domingo, 9 de noviembre de 2014

Regeneración democrática



La democracia española está experimentando una transición que debe llevar a término la propia que se aplica a la sociedad que emergió del fin de la dictadura franquista. Lo que ab ovo la crisis y la corrupción han puesto de manifiesto no es el fin a contrario hacia el que debe apuntar este punto de inflexión sino que más bien se muestran como catalizadores de un proceso que debe llevarnos de la infancia a la madurez en el manejo de las libertades.
Y viene al caso la ya clásica, aunque discutida, distinción entre dos sentidos de la libertad que de Isaiah Berlin a Hannah Arendt articulan el trasfondo de la discusión política contemporánea y son de especial relevancia para el caso español y para los partidos políticos, casta o no, que permean el substrato del ágora ibérico. El primer sentido sería el de la libertad negativa que es el propio de la infancia democrática, donde queda patente la importancia de la salida de la dictadura y la aspiración a no ser ni esclavos ni súbditos. Es quizás el mismo sentido que sintieron inicialmente los atenienses al oponerse al imperialismo persa, sentido que pronto se vio superado por el que debe caracterizar la verdadera politicidad del ser humano: el “ir donde desee” (eleuthein hopos ero) o ser dueño de mi destino para construírmelo como mejor pueda (eudaimonía). De la liberty negativa a la freedom positiva, la sociedad española está sintiendo como necesaria esta evolución que empieza a materializarse a partir de los movimientos del 15-M y que implican la inherencia de la participación ciudadana en los asuntos políticos que nunca puede ser accidental como hasta ahora se ha mostrado.
Si hay crisis, lo es sobre todo democrática por este mismo hecho, que para Arendt se plasmaba en tres puntos ciegos: la reducción del ser humano a lo pasivo cuando lo que le caracteriza es la iniciativa y la espontaneidad, la reducción del pensamiento a la eficiencia, a lo material y a la utilidad cuando lo propio es la innovación, el descubrimiento y la creatividad, y por último, la reducción de la ciudadanía al ámbito de lo privado cuando de suyo es la base de lo público y lo externo (qué obtuso parece ahora ese dictamen que caracterizaba la educación para la ciudadanía como intromisión en lo privado, y prueba de lo que decía Hannah Arendt). Libertad madura no puede ser otra cosa que participación política, y si podemos ha eclosionado como lo ha hecho, es por haber sabido accorgersi de este olvido.
Breve doxografía
-          Isaiah Berlin, Two Concepts of Liberty, 1958
-          Hannah Arendt, Freedom and Politics, 1960
-          Kurt Raaflaub, Zum Freiheitsbegriff der Griechen, 1981
-          Hanna Fenichel Pitkin, Are freedom and liberty twins?, 1988

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